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sábado, 10 de mayo de 2008

Manual de la Imperfecta homilia. XX

20. PARA HOMILIAS, LAS DE JESUS

1. Anuncia siempre la verdad sin importarle las consecuencias. “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6). “Mi misión consiste en ser testigo de la verdad. Para eso nací y vine al mundo; todo el que está por la verdad me escucha”, contesta rotundamente a Pilatos (Jn 18, 37). “La verdad los hará libres” (Jn 8, 32).

2. Habla con autoridad y segundad, con fervor y entusiasmo. Deja siempre una idea constructiva, positiva y optimista.

3. No habla con teorías y conceptos abstractos, sino con mensajes concretos para receptores concretos.

4. Su predicación es realista. Habla de las experiencias de la vida cotidiana de sus oyentes, del ambiente en que están inmersos:

- el mundo vegetal: lirios, higueras, espinos, árboles de mostaza, semillas, tierra buena para sembrar; el mundo zoológico de 32 animales de tierra, aire y agua que fueron los más conocidos del pueblo, a partir de la oveja que fue el animal predilecto del Señor. Luego la gallina con pollos, el cordero, el asno, el camello, la paloma, la cabra, la serpiente, el cerdo, los mosquitos, el perro, la polilla, el lobo, el buey, los pájaros voraces, los peces fosforescentes, rubíes del lago, color de semáforo;

- el mundo del hogar: casa, puerta, techo, padre de familia, hijos buenos y malos, amigos que llegan de noche pidiendo de cenar, la alegría de la boda, muchachas con lámparas encendidas, la mujer desmemoriada que pierde la valiosa moneda, o el alimento usual de pan, vino, huevo, pescado;

- el pequeño mundo de los oficios: pastores, sembradores, ganaderos, comerciantes, pescadores, amas de casa.

5. Llama a los seres por su nombre, sin eufemismos: prostitutas, hipócritas, sepulcros blanqueados, raza de víboras. A Herodes le dice “zorro” que, en el caló popular, significaba “ser un don nadie”.

6. Desmitologiza el lenguaje. Ya no dice Yahvé sino que se dirige al Padre con el delicioso nombre arameo de Abba, que no se traduce precisamente padre; sino en cariñoso diminuto de padrecito, papá, papi.

7. Utiliza el lenguaje del pueblo, pero sin caer jamás en vulgaridad.

8. Para despertar la atención y curiosidad de los oyentes, y para hacerlos pensar, lanza preguntas. “,Qué dice la gente que soy yo?” (Le 15, 4). “¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas, no deja las noventa y nueve en el campo para buscar a la que se perdió?” (Le 15, 3-7). “¿A qué se asemeja esta generación?” (Le 7, 31). (Resulta que hoy los técnicos de comunicación y los maestros de escuela están descubriendo que la interrogación es excelente recurso pedagógico y oratorio).

9. Para que su enseñanza sea más fácilmente captada, Jesús utiliza estas cuatro técnicas:

- la metáfora, identificación de dos seres. “Ustedes son la luz, la sal” (Mt 5, 13). “Tú eres piedra” (Mt 16, 18);

- los símiles o comparaciones y semejanzas entre dos seres, por asociación de ideas. “Los envío como ovejas en medio de lobos” (Mt 10, 16). Compara el reino de los cielos a una semilla, a una red, a una perla (Mc 4, 30);

- la parábola, breve narración de un suceso fingido del que se deduce, por semejanza o comparación, una verdad importante o una enseñanza moral, con lo que el orador excita la atención y curiosidad de los oyentes. “No les hablaba sino en parábolas” (Mc 4, 34). Son unas cincuenta las que recoge el evangelio, entre las que brilla la del hijo pródigo, como una joya de la literatura universal;

- los refranes, dichos o proverbios. Frases de pocas palabras con un fondo de sabiduría popular y de sentido común. El refrán es la filosofía del pueblo. Jesús acuñó no menos de 130 refranes en su predicación, muchos de los cuales han pasado al patrimonio general. “No sólo de pan vive el hombre” (Mt 4, 4). “Si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán” (Mt 15, 14). “Pidan y se les dará” (Mt 7, 7). “Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 21).

10. No discrimina a sus oyentes heterogéneos en edad, cultura y condición social. Todos son dignos de recibir su mensaje y expresar su opinión. Cualquiera puede interrogarlo y aun interpelarlo. Su oratoria es monólogo y diálogo.

11. Trata afectuosamente a quien lo escucha. Son amigos, hijos, hermanos. Pero cuando es preciso, salta y quema la energía y la ira santa.

12. No le interesa halagar al público y buscar su aplauso; sino que más bien lo problematiza, lo enfrenta consigo mismo y con la verdad. (Ay, aquella dulce mujer del pueblo no pudo contener el entusiasmo al oír hablar a Jesús, cuando le gritó el piropo más sensible: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te alimentaron” (Le 11, 27).

13. No impone su doctrina. Respeta la humana libertad. Deja que sus oyentes decidan: “Quien quiera oír, que oiga” (Mc 4, 23).

14. Respalda sus palabras con hechos, la coherencia perfecta entre el mensaje y la vida. Por eso el libro de los Hechos de los Apóstoles afirma que Jesús primero hizo y después dijo (1, 1).

La lectura y la meditación del evangelio es una lección magistral de homilética.

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