18. ACUPUNTURA HOMILETICA
Tal es el nombre del libro de W. Jetter “Homiletische Akupunktur” (Góttíngen, Alemania, 1976). Reproducimos algunas de las dos mil “agujas” que el autor dedica a las iglesias protestantes; pero que a todos pueden servir.
• LA HOMILIA
-— El que habla en público está expuesto a
-— Muchos sermones dejan la impresión de si valía la pena haberlos dicho.
-— Algunos dicen que la predicación es el opio del pueblo, como
--— Si a la homilía no se le pide lo que no puede dar, es más fácil aceptarla.
-— Ya las antiguas teorías sobre la predicación decían que de un sermón se puede salir caliente, frío o tibio.
-— Las nuevas teorías de homilética dicen lo mismo, pero más científicamente, con números y estadísticas y razones profundas.
-— Es mucho más fácil criticar un sermón que hacer un buen sermón.
•
-— Si el predicador no toma en serio la homilía, los oyentes suelen hacer lo mismo.
-— Muchos predicadores, mientras meditan y se preparan, piensan más en su sermón que en sus oyentes.
-— Los predicadores suelen estar a la caza de subsidios nuevos. Pero pocos acuden a escuchar a sus colegas. Y si van, es para ver lo mal que lo hacen.
-— Los sermones preparados con subsidios de ayer tienen fácil arreglo. Se pone la palabra “hoy” y ya está.
-— El que posee dos carreras y dos títulos, no necesariamente está por eso doblemente formado.
-— No por decir la última novedad se dice algo mejor.
-— No siempre lo último es lo mejor. A veces lo penúltimo es lo más válido.
-— Pero el que por seguridad siempre dice lo mismo, corre el peligro de alimentar a sus oyentes con conservas.
- Si el predicador no sabe lo que quiere y cómo lo puede conseguir, no llegará muy lejos.
- El que quiere siempre todo o nada, suele conseguir poco. Hay que contentarse con algo, y a menudo, con poco.
• ACTITUDES DE LOS OYENTES
-— No todo lo que gusta al predicador gusta también a los oyentes.
-— Los más buscan en un sermón lo que ya tienen.
-— Algunos evitan los sermones porque no dicen nada. Otros, porque dicen demasiado.
-— Los que prefieren sermones “edificantes”, quedan muy satisfechos cuando escuchan uno que lo es. Pero si resulta ser un sermón “progresista”, se reafirman en su opinión anterior.
-— Los que prefieren sermones “progresistas”, quedan muy satisfechos cuando escuchan uno que lo es. Pero si resulta ser un sermón “edificante” no por eso cambian de opinión: se reafirman en su gusto anterior.
- El que quiere permanecer como es, quiere que también la teología y la homilía permanezcan como son. Así puede estar más seguro.
•
-— Hay sermones en que el texto evangélico se esconde detrás de la explicación y no hay por dónde adivinar qué texto es.
-— La elección del texto suele depender del tema que el predicador quiere explicar. Y el texto no suele influir gran cosa en la homilía.,
-— El que tiene interés en hablar de un tema, medita tanto que al final el texto se adapta al tema.
-— El mejor texto no logra impedir que se digan de él cosas horrendas.
-— Sobre el mismo texto se oyen sermones tan distintos, que parecen sobre textos distintos.
-— A veces se empieza soñando con las fuentes del Jordán y al final se va a parar al Mar Muerto.
--— El texto bíblico sirve para todo.
-— El mejor modo de leer un texto es ponerse en la parte de los oyentes.
-— Algunos predican en dirección contraria al texto elegido.
-— El que predica contra un texto suele tener en la cabeza otro texto. Sería mejor que comentara éste otro.
-— El que no toma en serio el texto evangélico, tampoco toma en serio a sus oyentes.
-— A veces la Biblia habla mucho más claro que los predicadores que quieren explicarla.
-— Lo que el texto quiere decir y lo que el predicador quiere decir no siempre coinciden.
-— La exégesis vale para todo. Se puede meter en el texto lo que luego se quiere sacar de él.
-— Dijo el predicador: “lo que yo os digo no vale nada; lo que os dice el evangelio lo
• EL MODO DE PREDICAR
- No es bueno que lo único fuerte del sermón esté en el micrófono.
- No por mucho gritar se convence más al auditorio.
- Demóstenes ejercitaba su oratoria en
-— El peligro mayor de los predicadores es la melancolía.
-— La homilética debería admitir a su lado a la antihomilética.
-— La crítica contra la homilética ha producido muchas teorías, pero no una mejor predicación.
-— Ya Lucas habló de las dos al hablar de las dos hermanas de Betania: el que predica, a pesar de todo, es como María; el que se afana por teorías y críticas, es como Marta; y María escogió la mejor parte.
-— Las frases ingeniosas gustan mucho. Pero cansan pronto.
-— Si hay mucho ingenio, brilla más el predicador que el evangelio.
-— También sin palabras difíciles se puede decir algo.
-— No por llamar “perícopa” al pasaje en cuestión, se hace uno entender mejor.
-— Apostrofar al público en el sermón, es un género muy antiguo en
-— La ironía es mala compañera de
-— Si se tarda mucho en los prolegómenos del sermón, se cansan los oyentes antes de llegar a la sustancia.
-— Al éxito de un buen sermón pertenece el acabarlo a tiempo.
-— Cuando el sermón es demasiado largo, lo único que se consigue aumentar es el aburrimiento.
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