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Estudios y documentos de interés para sacerdotes
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sábado, 10 de mayo de 2008

Manual de la Imperfecta homilia. XIX

19. HOMILIA EN LOS SEMINARIOS

Donde se lanza la peregrina idea de crear en los seminarios postconciliares un Taller de Predicación. Se argumenta con el ejemplo del pianista, el nadador y el ahogado. Pobre hombre.

Hace veinticuatro horas Antonio recibió la unción sacerdotal. Se le miran cuernos de luz. Aire de pinos de la cumbre. Huele a Tabor, pan fresco del Cenáculo. La tempestad de besos caídos al cuenco de las manos. Padre. El riguroso estreno de la paternidad. Hace veinticuatro horas. Y ya tiene que predicar la primera homilía. Aún no baja de la montaña, esperen ustedes un poco a que termine el éxtasis, que se cambie la túnica incendiada, que se sacuda las estrellas, déjenlo que digiera la transfiguración.

Primer domingo de sacerdote, predicar tres homilías. Y el lunes, el miércoles, el sábado. Y así serán todas tus semanas, todos tus meses, todos tus años. Padre Antonio, para eso te ordenaste sacerdote. Hablar, hablar siempre en un chorro sin tregua. Profesionista de la Palabra. A tiempo completo.

Tu agenda se llenará del mismo compromiso. Escribe, por favor. Conferencia en... para jóvenes el día... Charla por radio a las... Plática para obreros. Homilía en misa de niños. Un cursillo sobre... Sermón en la catedral. Palabras en la boda de... Homilía en la Concelebración que tendrá lugar...

La agenda atiborrada. Hablar cinco años, doce, treinta y seis, hasta el límite, hasta que caiga el telón. No creías que fuera tanto, padre Antonio. Y no es tanto lo duro cuanto lo tupido.

Un día que el filósofo Hegel paseaba en un coche de caballos, le preguntó al cochero qué pensaba él que fueran las ideas.

“Señor, respondió el cochero, yo creo que las ideas son unas cosas que se nos meten en la cabeza”. Y dijo Hegel: “¿No cree usted más bien que son rimas cosas que nos salen de la cabeza?”

Tú entendías, padre Antonio, que el seminario es el tiempo en que unas cosas se nos meten a la cabeza; y el sacerdocio, el tiempo en que nos salen. Estudiaste trece años. Cursos, cursillos, lecturas, meditaciones. Traes abundante munición en la cartuchera. Te llenaron de doctrina y de espíritu, qué bueno. Sabes qué vas a decir, pero quizá no sabes cómo decirlo. Y el buen cazador se conoce en el disparo. Ay, en el seminario apenas te ejercitaron en el tiro al blanco.

Había que estudiar las procesiones de

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